martes, 23 de mayo de 2017

Semblanza de Etchebehere por el Grupo "Lilulí"


Contenido de la solapa delantera del poemario de Guillermo Etchebehere Jornada del Hombre, editado por los Cuadernillos "Lilulí" en 1943. Semblanza que realizaron sus compañeros del grupo. El segundo poemario de Etchebehere, resultó el primero de estos cuadernillos "militantes de prosa y poesía". Lo ilustró uno de sus integrantes, Néstor Mentaberry, quien firmaba "Néstor".

lunes, 22 de mayo de 2017

"La Semilla del Viento" (selección y opinión)

La semilla del viento.
Buenos Aires. 1947.
Edición de autor. Imprenta Ferrari.

Primer Premio de Poesía Municipalidad Ciudad de Buenos Aires 1947.
Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.







SELECCIÓN DE POEMAS:

MIS ABUELOS VASCOS

Vinieron de muy lejos.
De más allá del mar. De las regiones
donde fueron paridas las montañas.
Vinieron escapando de la piedra,
buscando tierras anchas
con su secreta brújula de sueños.
Ellos necesitaban
una tierra más simple y menos dura
para sembrar la casa.
Tierra limpia de cercos, tierra abierta,
para poder mirar por las ventanas
el lejano horizonte donde nace
desnuda, la esperanza;
y seguir con los ojos,
desde el patio familiar de la calma
el irse silencioso
de todo lo que muere y lo que pasa.

Y llegaron aquí, porque sintieron
que en esta soledad, de leguas verdes
dormían, soterradas, las raíces
del viento que soñaron.

(Puedo verlos con una azada al hombro
tomados de la mano, caminando).

La pampa abrió su antigüedad de hierba
y ellos fueron echando
el tiempo por morir que les quedaba,
la tranquila expansión de los rebaños,
el origen del árbol y del trigo
y el signo de sus huesos
prolongado en el cuerpo de los hijos.

Por ellos soy. Por ellos tengo nombre.
Por ellos siento a veces que otras vidas
me invaden desde el tiempo
y sueltan por las frondas de mi sangre
la lejana presencia de la nieve
cayendo al cuenco de los hondos valles,
y la avidez del viento
arrojando sus hachas torrenciales
contra el pecho blindado de los robles,
y un trino de zampoñas
junto al viejo cantar de los pastores,
y el olor del redil y de hogaza,
y la fresca acidez de los membrillos
que dejan en el arca
el perfumado corazón del huerto
dormido con las sábanas.

Ellos pasaron ya. Ya son apenas
un poco más de tierra.
Pero siguen golpeando en la memoria
con sus puños eternos.

Cuando la muerte les borró en los ojos
el último destello,
era ya un eco vivo y repetido
la sembradura que empezó en un beso.
Sus nombres ya corrían por el río
de las gentes del pueblo.



MI CASA CAMPESINA

                                            I


Hoy otra vez estoy aquí mirando el campo
y descubriéndolo de nuevo, porque siento
que en el instante en que lo miro tiene origen
la eternidad de su infinito nacimiento.

Nunca había visto el trebolar de aquel potrero,
ni esa torcaz en ese aromo,
ni aquella nube apresurada, ni estos surcos,
ni ese compendio semental que exhibe el toro.

Estoy aquí, frente a la luz que me organiza
desde que dos cariños juntos me fundaron,
estremeciendo mis raíces campesinas
con la presencia del milagro.

Cada minuto transcurrido
marca el principio innumerable de la hierba.
Se hinchan las ubres con los ríos de la leche,
y el mismo brazo que hace espigas en la avena
custodia el vientre de las vacas fecundadas
y va ensanchando la mañana por la tierra.

Está golpeándome las sienes
la incontenible parición que me rodea.



                                                      II


Con los sentidos en desorden,
entre la alegre insurrección de las calandrias,
por un camino que me invento caminando
regreso al patio de la casa.

Y aquí está el perro junto al banco del abuelo
como una sombra con mirada.
Y allí el antiguo limonero y sus limones
condecorando la mañana.
Y allá un incendio de geranios, y las voces
de mis hermanos que me nombran y me aman.

Y en todas partes, desde el fuego a los manteles,
desde el rosal hasta las sábanas,
está la sombra de las manos de mi madre
como en el aire está la sombra de las alas.


                                                  III


Que siempre toque mis palabras
este armonioso acontecer de lo pequeño.
Quiero estar cerca de la flor y la sonrisa,
quiero vivirme entre ese fuego,
porque amo todo lo que lleva en sus arterias
la silenciosa muchedumbre de lo eterno.




FRENTE A LA INMENSA POTESTAD DEL TRUENO


Cruzaba yo por el altar festivo
del entrañable predio ganadero,
llevando junto a mí por compañero,
el gozo extraño de sentirme vivo.

Mirándome pasar por el sendero,
ungida por el soplo sustantivo,
sobre el frescor del trébol persuasivo
la vaca maduraba su ternero.

Quise nombrar con mi oración profana
la fuerza elemental y poderosa
que lleva nacimiento en su seno,

y comprendí que la palabra humana
era una breve alondra temblorosa
frente a la inmensa potestad del trueno.




EN PREDIOS ESTRIDENTES Y LEJANOS


Coronado de inviernos y veranos
era un dios terrenal, un tronco vivo
justificando su terrón nativo
con testimonio de sudor y manos.

Un día de rencor definitivo
abandonó la azada y sus hermanos,
y en predios estridentes y lejanos
echó a vivir su corazón furtivo.

Sereno fluye el río de su vida.
Fácil el pan, fácil el vino, extraña
la niebla pertinaz de la pobreza.

Pero en su soledad reverdecida,
el grito de la tierra lo acompaña
como un árbol hundido en la cabeza.



LA MUERTE


(EL NIÑO)



Era tan delicado, tan pequeño,
su corazón tan frágil, tan de sueño,
tan leve el sustantivo que lo nombra,
que la muerte, desde un lugar lejano,
no tuvo más que levantar la mano
y tocarle la frente con su sombra.


(EL BOYERO)


En vano lo busca el alba
y el caballo lo requiere
que ya el caballo y el alba
no lo tienen.

Por el camino de talas,
lentamente,
diez campesinos se llevan
el fin de su vida breve.
Y la tarde está cantando
como siempre.
Y los churrinches relumbran
como siempre.
Y esos árboles tremendos
que florecen…

Sólo el perro de la casa
lo comprende,
y por sus ojos cansados
pasa, mojada, la muerte.



OPINIONES:

"La comisión de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires encargada de distribuir los premios del Concurso Municipal de Literatura de 1947, jurado que como se sabe está integrado por los señores Leopoldo Marechal y Rafael Gijena Sánchez y el escribano Raúl M. Salinas como presidente, adjudicó los mismos de esta manera: / El primero en verso a Guillermo Etchebehere por su libro “La semillla del viento”, colección de poesías que fuera auspiciosamente acogida por la crítica especializada, que con rara ecuanimidad elogió la calidad de los trabajos que componían este libro. El segundo premio fue otorgado a la señorita, Elena Walsh, “Otoño imperdonable”, conjunto de poesías de indiscutida jerarquía. La autora colabora en la revista “El hogar”. / La distinción acordada a Guillermo Etchebehere es merecidísima. Es el reconocimiento a un valor joven en constante mejoramiento, cuya labor ya sido juzgada en libros anteriores: “Pulso de la tierra”, del año 1940 y “Jornada del hombre” editado en 1943. Con satisfacción muy honda destacamos hoy este galardón logrado por nuestro amigo y colaborador honorario y formulamos al mismo tiempo el sincero deseo de que no sea el último".

Recorte periodístico de origen no detectado. Puede servir la lista de revistas donde Etchebehere colaboraba, casi todas de la década del ´40: “Conducta”, “Argentina libre” –publicación antifascista-, “Laurel” y “El 40”. También podría tratarse de una publicación periódica cañuelense, como “La Voz de Cañuelas” aparecida de 1947 a 1949 a cargo de Elsa García.

“Etchebehere recoge aquí las experiencias que viven en su recuerdo, en sus años vividos en su pueblo natal, Cañuelas, trayendo el aliento profundo de la existencia campesina con un lenguaje de limpia calidad poética y permanente calor humano”.

De La Vanguardia. Sin firma ni fecha.

“Color, vigor, firme dibujo descriptivo, he aquí lo representativo de estos poemas. Su fondo humano se expresa a través de cosas netas. Y este pulso para mirar y expresar con palabras el mundo, señala en el poeta una voz y clima espiritual inconfundible”.

De La Prensa. Sin firma ni fecha.

El retorno de todas las cosas en la tierra que siempre permanece y sobre la cual pasan las generaciones, como lo señala el Eclesiastés y el poeta lo actualiza, es uno de los sentimientos que predominan en este bello libro, que comienza con la “presencia” de los abuelos vascos y termina con la conmemoración de seres que,
desde su siempretierra,
desde los hontanares del silencio
crecidos a la orilla de la pampa,
tal vez estén oyendo
las campanadas de la contramuerte
sonando a sembradura y nacimiento”.

De La Nación. Sin firma ni fecha.

Recorte que detalla los ganadores del Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires 1947. Periódico no detectado.

jueves, 4 de mayo de 2017

"Jornada del Hombre" (selección y opinión)

Jornada del hombre (1943)
Por Cuadernillos Lilulí (N° 1).
Ilustrado por Néstor.


Tapa del libro.
Solapa con semblanza del autor.



SELECCIÓN DE POEMAS:


Estética

Yo doy mi canto como da el verano
golondrinas, y el mar da litorales.
Nunca supe el porqué de los trigales
pero lo mismo el pan llega a mi mano.

Si estuviera vedado al duraznero
salir por sus duraznos milagrosos,
un viento enloquecido de carozos
mordería su tronco prisionero.

Y no sé si el poema es una rosa
o una brizna del alma numerosa
que encontró la palabra que la nombre.

Sólo sé que se cumple mi destino
cuando el verso que doy muestra el camino
que transita el poeta con el hombre.



Partida del poeta adolescente

Con una estrella rota sobre el hombro
ha comenzado a ser lo acontecido.
Se le cayó la voz –polvo de sombra-
cuando la noche se vistió de grillos
y el aire de temores.

Fue entonces que la voz se le deshizo.

Era
(¡qué palabra con muerte esta palabra!)
un junco musical recién nacido;
una ventana abierta al horizonte;
los pasos y el camino.

Desde el fanal celeste de sus ojos
el niño transcurrido
le alcanzaba las sílabas desnudas
y el aliento esencial de los sonidos,
para que fuera el canto
sencillo como el hombre,
vital como la leche y como el trigo.

Él, que amaba el prodigio del árbol y la lluvia,
y el profundo secreto del carbón y el granito…
Él, que amaba el misterio frutal de los carozos
ahora estará lleno de respuestas y signos.

Sus manos, sus cabellos
y el marfil de sus dientes desprendidos,
ya empiezan a empujar el crecimiento
del álamo y el lino.

Un pájaro de niebla picotea
su derramado corazón de lirio
y el agua ya le busca las arterias
para iniciar la eternidad de un río.

Oh, muerto innumerable.

Oh, claro adolescente atardecido.



Caminos

Me dijo el corazón: elige un rumbo
para darle a tu canto;
el aire con su escolta de palomas
o el bosque con la angustia entre sus brazos.

Los senderos del aire son de briznas.
Con el alma de pájaro
llegarás al final, donde se besan
la música del sueño con los astros,
y encontrarás una ciudad de espuma
con torres de milagro.

El camino del bosque es de palabras
y medusas de llanto.
Por él camina el hombre a su destino;
en él cada dolor engendra un árbol.
En los últimos cercos está el pueblo
herido de relámpagos.
Ya disparé mi vos enamorada
por el camino amargo.
Ha perdido la risa, pero lleva
la fe en el hombre dentro de su canto
como lleva en el ímpetu la flecha
el poderoso vendaval del arco.


Fe

En la ciudad del hombre ya no queda
la sonrisa de un pétalo;
ni una tarde cruzada de palomas;
ni la espiral celeste de un recuerdo.
Ya no existe la casa con la madre,
ni la cómoda antigua del abuelo,
ni la mesa de pino, ni el manzano
ni los ojos del perro.

Toda la simple intimidad del hombre
cayó de bruces en el mar de hierro.
Pero la muerte no tendrá en sus venas
el caudal necesario de silencio
para que deje de cantar el río
su siempre nacimiento.

Nunca tendrá relámpagos bastantes
para incendiar el cielo;
ni tanta sombra para tantas albas;
ni el suficiente viento
para arrancar del bosque de los días
la eternidad elemental del pueblo.

En la entraña violenta de la muerte
un fruto de alegría está creciendo.



 OPINIONES:

"Con este volumen (1), la editorial "Lilulí" -promisorio esfuerzo de un grupo noblemente inspirado- presenta la segunda entrega de una autor joven -nació en 1917- que ya, con "Pulso de la Tierra" adelantara una voz plena de posibilidades. Pero lo que entonces era un cauteloso tantear de caminos, transitando por las huellas abundantemente señaladas por las sendas rectoras de la poesía de nuestro tiempo, es hoy depuración celosa de la propia voz y, sobre todo, una pareja unidad de estilo y de tono que valora seriamente el volumen".

Periódico La Hora, 06/06/1943.

"Con Jornada del hombre, doce poemas apenas, Etchebehere entró de lleno y sin discusión en la poesía argentina, bien plantado, con neto perfil de su personalidad humana y artística y con toda su voz. Los críticos más exigentes así lo dijeron y, curiosamente, propuestos a señalar el mejor poema que llevaba la entrega, no estuvieron de acuerdo: cada uno eligió el suyo y en definitiva quedó claro que los doce eran excelentes".

Luis Iglesias, en la conferencia ofrecida en la Biblioteca de Cañuelas en 1979, a un año de la muerte del poeta
Luis Fortunato Iglesias (Tristán Suárez, 1915- Buenos Aires, 2010). Maestro, pedagogo y escritor. Autor de una nueva pedagogía enfocada en la escuela básica, que comienza con su libro -varias veces premiado y difundido por toda América- "La escuela rural unitaria". Integrante fundamental del Grupo "Lilulí".

"La lectura cronológica de sus libros depara la sorpresa del soneto Estética con que se abre Jornada del hombre. El tiempo trascurrido entre el volumen inicial y este cuadernillo, es enorme, si lo consideramos por la seguridad y robustez de tono adquiridos. El poeta alcanza una conciencia clara de su destino, que trasciende hacia su tercer libro, acelerando su plenitud. Ninguna artificiosidad literaria cabe en su posición y su arte sería el de simplificar las cosas y esclarecer la estrofa con el recuerdo bíblico que ninguna época desmiente ( ). Si Etchebehere vistiera su poesía de otro ropaje que no fuera el de la dicción natural, este vivo fluir quedaría desvirtuado y no llegaría a expresiones cabales en su emoción y justeza".

José González Carbalho para Noticias Gráficas (12/4/50). Ver artículo completo. José González Carbalho (1899-1958): Poeta nacido en Buenos Aires, hijo de emigrantes gallegos. Profesor y periodista. Publicó en poesía: “Campanas en la tarde” (1922), “Cantados “(1933, Premio Municipal), entre otros; en prosa “El libro de Angel Luis” (cuentos, 1926), “Vida, obra y muerte de Federico García Lorca” (1938) y otros; teatro: “Arrabal de Carriego, Cornamusa”; ensayo: “Idioma y poesía gallega” (1953). Amigo personal de Federico García Lorca y Pablo Neruda, y otros tantos poetas de su generación. El chileno le dedicó un poema en su fundamental obra “Canto general” (1950).


"Pulso de la Tierra" (selección y opinión)

Pulso de la Tierra 
Buenos Aires. 1940.
Edición de autor. Talleres gráficos de Eugenio Ferrero.




SELECCIÓN DE POEMAS:



Tormenta

Galopaba entre las nubes
rumor de truenos lejanos;
el viento soltó los potros
fantásticos de su canto
y cuando el cielo no pudo
sostener sobre sus brazos
la montaña de las gotas
y el ascua de los relámpagos,
en el tropel de la lluvia
se ahogó la sed de los cardos.

El sol puso al otro día,
ante los ojos del campo,
la figura dolorosa
de algún sauce arrodillado
y el verdor de los trigales
sepultados en el barro.

Hijo mío: tú, que fuiste
caminando por los campos,
¿viste cómo el vendaval
lastimó nuestros sembrados?
El hombre esperó repuesta;
el niño quedó callado
mientras temblaban revueltas
en la cuenca de sus manos,
plumas húmedas de un nido
y una muerte con dos pájaros.



Sueño para el niño campesino

Se abre una ruta de grillos
por los campos en silencio.
Un buey arrastra el mugido
junto al susurro del viento,
mientras en el rancho blanco
-flor de nieve en un sendero-
el niño acuesta el cansancio
sobre los lirios del sueño.
La fantasía desgrana
la música azul de un cuento…

La luna está en el sembrado.
Bajó de las nubes altas
sobre las grupas de un potro
con pelo de espuma blanca
y duras patas de vidrio
y fines crines de llamas.
Lleva en sus labios un silbo
y entre sus manos de escarcha
dos largas riendas de lluvia
como dos cintas de lágrimas.
Baja del potro y camina
lentamente, mientras canta
y siembra granos de estrellas
sobre la tierra asombrada.
En su pollera de viento
tiene amapolas de plata
y en sus crenchas de rocío
prendidas dos rosas claras.
Unas estrellas cayeron
al corazón de una charca,
y el potro patas de vidrio
con pelo de espuma blanca,
moja su belfo caliente
con las estrellas del agua…

La aurora cabalga el lomo
vigoroso de los cerros;
el sol teje urdimbres rubias
en los telares del cielo,
y entre el murmullo dorado
de los trigales despiertos,
se pierden las alas blancas
de los pájaros del sueño.
La luna se hace una espiga
y el potro un jirón de viento.



Pájaros

El mediodía cabalga
sobre las nubes viajeras.
Bajo las lágrimas verdes
de un viejo sauce que sueña,
el cansancio de dos bueyes
rumia las horas sedientas.

Los pájaros -los remansos
musicales de la siesta-
llevan el sol en pico
y en las alas madreselvas
para adornar con la noche
el sayal de las estrellas.


Lejos, el cielo se inclina
sobre la sed de la tierra.

Entre dos filas de pinos,
chapoteando en las acequias
y echando al viento sus voces
-celeste tropel de flechas-
corren los niños, soltando
bandadas de risas frescas
y buscando con sus ansias
y con sus hondas despiertas
un blando lecho de plumas
para la muerte de piedra.


Cuando la noche sembraba
silencio azul por las sendas
el más niño de los niños,
la sonrisa más pequeña,
dejó la ronda de juegos
y se fue con las luciérnagas
llevando un trino apagado
por las hondas traicioneras.


Junto a un árbol con el tronco
devorado por las yedras,
hizo un nido de gramillas
para la calandria muerta;
y sobre el vuelo frustrado
de las dos alas sangrientas
puso una amapola blanca
y una caricia de seda.


La luna encontró abrazadas
en un rincón de la huerta,
la tristeza de una muerte
con la infancia de un poeta.





OPINIONES:

“Como lo informa una útil noticia preliminar, Pulso de la tierra es el primer libro de Guillermo Etchebehere, integrado por una selección de los poemas escritos por el autor en los últimos tres años, es decir, desde los 20. Por incierto que aparezca el destino de un escritor en sus primeras producciones, es evidente, sin embargo, que, por lo general, contienen latentes los caracteres de la obra a cumplir. (…) Pulso de la Tierra es quizá un título muy ambicioso y puede abarcar la labor total de un poeta, pero es muy interesante, plantearse a sí mismo desde un comienzo un programa tan considerable (…) Su visible facilidad para versificar, como ocurre muchas veces, no llega a ser una ventaja, y más bien pasa a ser lo contrario. Etchebehere se deja arrebatar quizá por el impulso de la versificación. La imagen se trenza con el relato en un ritmo determinado que el autor parece no poder contener. Hay tal vez excesiva “velocidad” en la realización (lo cual facilita el injerto de cosas convencionales) creadas por el metro utilizado, que además de repetirse en todas las composiciones, establece una uniformidad perjudicial. ¿Y por qué Etchebehere se ha fijado a sí mismo esa limitación del romance, cuando hay tanta diversidad de formas y, por cierto, mayor riqueza expresiva y más adecuadas a algunos de sus temas, que pierden al faltar la correspondencia de la forma necesaria?".

Bernardo Verbitsky  para Noticias Gráficas (28/1/1941). Bernardo Verbitsky (Buenos Aires, 1907-1979). Escritor y periodista argentino. Autor de más de veinte libros, entre novelas, ensayos, poesías y cuentos. Es padre del periodista Horacio Verbitsky.


“La influencia del poeta granadino (García Lorca) sobre los modos de Ud. es evidentísima. Sus abundantes imágenes son típicamente lorquianas –y agregaba, después de transcribir algunas figuras. Todo esto podría suscribirlo el poeta asesinado. No creo que quepa mayor elogio”.


Ángel Ossorio, en carta a Etchebehere (citada en conferencia de Luis Iglesias). 
Ángel Ossorio y Gallardo (Madrid, 1873 - Buenos Aires, 1946). Ensayista, político y jurisconsulto español.

miércoles, 3 de mayo de 2017

Entrevista a Carlos Gorostiza sobre Guillermo Etchebehere

El reconocido escritor y dramaturgo -fallecido el año pasado- resultó, en su momento, fundamental para dar impulso a estas investigaciones. El vínculo de Carlos Gorostiza con Guillermo Etchebehere, a diferencia de lo que se pueda imaginar, fue de mucha mayor importancia para el primero que para el segundo. El resto del grupo de amigos aseguraron que lo estimulaba a escribir y acercaba temas para sus obras. En la entrevista, Gorostiza relaciona su primera publicación en revistas con su amigo Guillermo Etchebehere. A pesar de todo esto, llamativamente omite nombrarlo en sus memorias (El merodeador enmascarado, Seix Barral), que para el momento de la nota llevaban un año publicadas.

Lo que sigue es solo una parte de las grabaciones, que luego fueron completadas además con un audiovisual todavía inédito.

Gorostiza: “Etchebehere era un ser que hoy sería más difícil de encontrar”

Carlos Gorostiza –quizás el escritor de teatro más importante del país en actividad- recibió a La información en su departamento de Palermo, para hablar de su amigo y nuestro poeta, Guillermo Etchebehere. Con efusiones tales “cuántas veces pensé yo en esto…” o “cómo extraño a mis viejos amigos del grupo” nos dejó una nota para el archivo y la memoria de todos.

-Hola Vasco.
-¿Qué hacés vasco?
Ése era nuestro saludo.
Un día lo veo caminando por la calle Florida, y observo que venía abriendo y cerrando la boca.
-¿Qué hacés vasco? le pregunto-.
-Estoy buscando una palabra…
Parte del Grupo Lilulí: (de izq. a der.) Luis Iglesias, Carlos Gorostiza, Guillermo Etchebehere y Felipe Rossi (foto gentileza de Gorostiza).

¿Cuándo y dónde se conocen con Etchebehere?
Nos conocimos en las oficinas de Bunge y Born, los dos trabajábamos ahí, yo tendría 15 o 16 años. Un día nos enteramos que los dos escribíamos poemas. Yo lo admiraba mucho, ya había publicado su primer libro creo; y también le mostraba lo que yo hacía. Al principio viajaba todos los días desde Cañuelas, luego, cuando se viene a vivir a la pensión de la calle Bolívar, empezamos a salir juntos. Íbamos a los cafés, al Tortoni, a un lugar que se llamaba AIPE (Asociación de Intelectuales, Periodistas y Escritores) que era bien de izquierda; salíamos a caminar por Avenida de Mayo…toda una aventura en aquella época.

Se acercan los tiempos del grupo de intelectuales “Lilulí”. Cuéntenos cómo se gesta y las razones que lo movilizaban.
Bueno, en principio había dos vertientes. Estaba la escuela rural de Luis Iglesias, “el maestro” como le dicen, en Tristán Suárez, cerca de Etchebehere, y también amigos de un grupo de Lanús de Federico Golcio. Yo merodeaba el ambiente del Teatro La Máscara, donde me inicié como actor, era mi grupo. Ya conocía a Guillermo pero él no sabía que escribía. Un día se me ocurre mandar un poema al folletín que tenía esta gente de Lanús, él conocía la revista y ahí se entera: “¿cómo, vos también escribís?”. Ésa resultó mi primera publicación. Así, con Guillermo también como puente, el grupo comenzó a reunirse. La conexión con el vasco era tal, que después en el ’49 termina escribiendo los cantos de la obra “Antígona” de Sófocles (1). ¿Qué nos unía en el grupo?, parcialmente la necesidad de la poesía y la literatura, y por otro lado, formando un total, la parte política. No cabía otra alternativa. Ser de izquierda para nosotros y en ese momento, significaba ser camarada de ruta del Partido Comunista, pero ninguno militaba.

Usted que llegó a conocerlo personalmente, ¿qué rasgos de la personalidad de Etchebehere puede exaltar?
Era un entusiasta, en cosas de la cultura él siempre aparecía con su entusiasmo. Era un ser, que hoy pienso yo, sería mucho más difícil de encontrar. Tenía una pureza casi cándida, casi ingenua. Ahora, también era muy fuerte su modo de caminar, de hablar. Una cosa nos diferenciaba; dos cosas mejor dicho: el fútbol, las mujeres…y el tango!; a mí siempre me gustó bailar. Eso me separaba un poco de ellos, ¿ves? Junto con Iglesias escuchaban más música clásica, estaban más intelectualizados.

Atahualpa Yupanqui fue uno de los que se interesó por su obra, ¿usted qué opinión tiene de la misma?
Formalmente no podría decir si su poesía era vieja o nueva, pero tenía…una fuerza verdadera, una gran fuerza, y sobre todo era entrañable. Otra condición que yo considero positiva era su apego a la tierra, estaba enraizado, no era ciudadano a pesar de que venía acá y salía, quería mucho a Cañuelas “bueno, ahora me voy a Cañuelas” decía. La mejor definición de él y su obra sería “un lírico apegado a la tierra”.

¿Cuándo fue la última vez que lo vio?
Fue cuando estaba enfermo y lo habían operado en la clínica Marini. Lo último que tengo de él es la crítica que le escribió a mi primera novela, una página muy linda…todavía la tengo.

El jueves pasado se estrenó con Ana María Picchio y Alejandro Awada nuevamente su obra “El pan de la locura”, y sigue escribiendo. ¿Piensa parar en algún momento?
Estoy tratando de abandonar el atletismo escénico. El director del Teatro San Martín, que me conoce bien, dice “Gorostiza está siempre escribiendo su anteúltima obra” y es verdad. Pero hoy estaba trabajando en “El alma de papá”, que es lo que estoy escribiendo ahora, y no sabés cómo extraño, añoro, la presencia de estos amigos.

Juan Manuel Rizzi


LA INFORMACIÓN de Cañuelas, Nº 15 , semana del 7 al 14 de septiembre de 2005.


NOTA
(1) Gorostiza se refiere a la representación de Antígona dirigida por el extraordinario director italiano Adolfo Celi, donde participaron Gorostiza, Pedro Asquini (también del grupo Lilulí) y nada menos que Alejandra Boero, quien junto a Asquini en 1950 fundaría el grupo Nuevo Teatro. Y por si le faltaran condimentos a la obra presentada en La Máscara, la escenografía estuvo a cargo de un joven arquitecto llamado Clorindo Testa (Ernesto Schoo, La Nación, 10/12/2005). En las memorias de Pedro Asquini -El teatro, ¡qué pasión! (UNL) publicadas luego de su muerte, en el 2003- se recuerdan vivamente las versiones de los coros realizadas por Etchebehere. Dada la calidad de las mismas, el fundador de Nuevo Teatro las siguió utilizando siempre en sus clases particulares. Recordemos que con este director trabajaron actores como Héctor Alterio, Eduardo “Tato” Pavlovsky y Enrique Pinti.