lunes, 5 de junio de 2017

Luis Iglesias y su relación con Etchebehere


Documental sobre el maestro Iglesias que realizó Canal Encuentro.


La relación Luis Iglesias -Guillermo Etchebehere se remonta al albor de la formación de la personalidad de ambos. El documento más extenso y detallado sobre la vida de Guillermo Etchebehere con que contamos hasta el momento, es la conferencia del maestro Iglesias en la Biblioteca Sarmiento el día 15 de junio de 1979, a un año de la muerte de su amigo, “el poeta luminoso”, como lo llamaba.

En una de las dieciocho páginas de la conferencia -originales que guarda la Biblioteca de Cañuelas- recuerda la primera vez que lo conoció:

"Nacido y crecido en Tristán Suárez resultábamos vecinos y, por haber pasado alternativas muy parecidas en la misma época, sin tratarnos y sin saberlo, compartíamos las mismas desazones, contradicciones, laxitudes y rebeldías. Por eso para mí fue impactante leer en la revista "Claridad"(1) -publicación muy difundida que se hacía en Bs. As. para toda América Latina- un poema, "Pueblo natal" que firmaba Guillermo E. Etchebehere, de Cañuelas. Era un grito de protesta, de rebeldía contra el lugar de nacimiento, contra la asfixia que tanto en su pueblo como en el mío como en cualquier pueblo inocente de este mundo, sienten alguna vez los adolescentes. 'Porque eres quieto, demasiado quieto/ porque eres manso, demasiado manso', y esto resultaba todo lo que podía recriminar con sus versos el poeta en franca insurrección. En realidad, él estaba armándose de decisión y coraje, dispuesto a encontrar una oportunidad para romper profundos vínculos y abandonar Cañuelas. A ese, su pueblo natal, al que después durante toda su vida cantaría con reminiscencias y palabras de eterno enamorado".

Dedicatoria de Iglesias en su libro Didáctica de la libre expresión.

El poema en revista Claridad se trata de una publicación de marzo de 1936, cuando Etchebehere tenía dieciocho años e Iglesias veintiuno. Un dato que Iglesias omite en su emotiva conferencia –quizá por modestia-, es que su  libro de creaciones infantiles Viento de estrellas tiene el título inspirado en un poema de Etchebehere, que no será el único de éste dedicado a una escuela rural:


ROMANCE BLANCO

Abrió la escuela sus puertas
-rosa que se abre en el alba-
y como viento de estrellas
en la grupa de mil alas,
corrieron por los caminos
en tropel, las esperanzas.
Se iluminaron las calles
con música de campanas;
los gnomos de los recuerdos
hurgaron dentro del alma
y se encendieron mis ojos
en el brillo de las ansias.
Sentirme de nuevo niño…
Decir otra vez palabras
prisioneras en el eco
sin edad de nuestra infancia…
De pronto trizó mi sueño
el sol de las carcajadas:
por los caminos venían
-aluvión de espuma blanca-
veinte niños –veinte pájaros-
deshilvanando palabras.
Sus risas eran gaviotas
borrachas, en la mañana.
Abrió la escuela sus puertas.
¡Se abrió una rosa en el alba!

(De Pulso de la Tierra).


A partir de 1943 Iglesias y Etchebehere van a formar "la punta sur" del grupo de intelectuales Lilulí, que contaba entre sus miembros a Carlos Gorostiza (director de teatro y escritor, ver entrevista), Floreal Mazía (traductor plurilingüe), Pedro Asquini (actor fundador de "Nuevo Teatro" en los '50), Felipe Rossi (luego director de Radio El Mundo), José Oscar Arverás (poeta y novelista), Alberto Lema (dirigente sindical de Luz y Fuerza), José García Falcó (escritor y periodista, luego secretario de José Ber Gelbard), entre otros, grupo de temible variedad y talento. La primera publicación de la editorial (cuadernillos) Lilulí, es el segundo poemario de Etchebehere Jornada del hombre. A excepción del cañuelense, los demás eran escritores inéditos; Luis Iglesias publica por Lilulí La escuela emotiva (ensayo pedagógico) en 1945. El grupo se desmembra -para decirlo con palabras más suaves de las que ellos utilizaron- por el control que ejerció el peronismo sobre lo que se leía, escribía y representaba en libros y teatros.

Estos "Cuadernillos militantes de prosa y poesía" no fueron, sin duda, hechos de "literatura pura", según dichos de Luis Soler Cañas, uno de los críticos más serios y centrados de la Generación del 40. Las expresiones "nuevos tiempos" o "militante" que acompañaban todos los cuadernillos, hablan de una ubicación temporal y de un rumbo.

(Escrito reformulado de otro de 2010, año de la muerte de Iglesias).


Grupo Lilulí en la escuela rural de Iglesias (Tristán Suárez, 1944). Arriba (los tres del centro) de izq. a der: Felipe Rossi, José Arverás, Guillermo Etchebehere. Al centro, Luis Iglesias (de anteojos), luego siguen Carlos Gorostiza y otros nombres que completan la imagen: Alfredo Herrero y Alberto Lema. (Foto y datos suministrados por Carlos Gorostiza).


“La madre campesina, el padre herrero de minas, ambos gallegos. Él, Luis F. Iglesias, el menor de un puñado de hermanos nació en 1915 en Tristán Suárez, un pequeño pueblo de la provincia de Buenos Aires donde comienzan la pampa y la ganadería”.

(Apunte biográfico escrito por Guillermo Etchebehere, para la primera edición de La escuela rural unitaria).

Obras de Luis Fortunato Iglesias:
-La escuela emotiva - Ensayo pedagógico, 1945.
-Viento de estrellas - Antología de creaciones infantiles, 1950.
-La escuela rural unitaria, 1957.
-Diario de ruta: Los trabajos y los días de un maestro rural, 1963
-Didáctica de la libre expresión, 1979.
-Pedagogía creadora, 1980.
-Aprendizaje vivencial de la lectura y la escritura, 1987.
-Los guiones didácticos: Técnica para la conducción del aprendizaje, 1988.
-Confieso que he enseñado, 2004.



NOTA
(1) Trascendental publicación para intuir el relieve ideológico del Grupo Lilulí. La Revista Claridad (1926-1941) dirigida por Antonio Zamora, difundía obras de literatura del socialismo europeo y latinoamericano (Zamora había sido antes creador de una editorial con el mismo nombre que publicaba clásicos y nuevos autores a precios populares). La revista contó entre sus colaboradores a Leonidas Barletta, César Tiempo, Álvaro Yunque, Baldomero Fernández Moreno, Roberto Arlt, Juan L. Ortiz, y se autodenominó de izquierda desde sus inicios, refugio de quienes militaban entonces en el llamado grupo literario “Boedo”. “Deseamos estar más cerca de las luchas sociales que de las manifestaciones puramente literarias. Creemos de más utilidad para la humanidad del porvenir las luchas sociales que las grescas literarias, sin dejar de reconocer que de una contienda literaria puede también volver a surgir una nueva escuela que interprete las manifestaciones humanas en forma que estén más de acuerdo con la realidad de la época en que vivimos”. (Claridad, Año 1, Nº 1, julio 1926). Espíritu combativo, que en otros pasajes de la revista adquiere rebordes anarquistas: “Lucha contra la iglesia, que es represión y barbarie; lucha contra el Estado, que es el entronizamiento de unos pocos aprovechados; contra el ejército que es refugio de criminales más repugnantes que los que por mil circunstancias adversas se ceban en el primero que pasa. Lucha contra la moral cristiana, porque veinte siglos de cristianismo no han hecho otra cosa que abatir el espíritu del hombre….Lucha, hermano. ¡Si supieras cómo te enaltece la lucha!”. Veamos si la lectura de esta revista influyó en Etchebehere, leamos algo más.

martes, 23 de mayo de 2017

Semblanza de Etchebehere por el Grupo "Lilulí"


Contenido de la solapa delantera del poemario de Guillermo Etchebehere Jornada del Hombre, editado por los Cuadernillos "Lilulí" en 1943. Semblanza que realizaron sus compañeros del grupo. El segundo poemario de Etchebehere, resultó el primero de estos cuadernillos "militantes de prosa y poesía". Lo ilustró uno de sus integrantes, Néstor Mentaberry, quien firmaba "Néstor".

lunes, 22 de mayo de 2017

"La Semilla del Viento" (selección y opinión)

La semilla del viento.
Buenos Aires. 1947.
Edición de autor. Imprenta Ferrari.

Primer Premio de Poesía Municipalidad Ciudad de Buenos Aires 1947.
Faja de Honor de la Sociedad Argentina de Escritores.







SELECCIÓN DE POEMAS:

MIS ABUELOS VASCOS

Vinieron de muy lejos.
De más allá del mar. De las regiones
donde fueron paridas las montañas.
Vinieron escapando de la piedra,
buscando tierras anchas
con su secreta brújula de sueños.
Ellos necesitaban
una tierra más simple y menos dura
para sembrar la casa.
Tierra limpia de cercos, tierra abierta,
para poder mirar por las ventanas
el lejano horizonte donde nace
desnuda, la esperanza;
y seguir con los ojos,
desde el patio familiar de la calma
el irse silencioso
de todo lo que muere y lo que pasa.

Y llegaron aquí, porque sintieron
que en esta soledad, de leguas verdes
dormían, soterradas, las raíces
del viento que soñaron.

(Puedo verlos con una azada al hombro
tomados de la mano, caminando).

La pampa abrió su antigüedad de hierba
y ellos fueron echando
el tiempo por morir que les quedaba,
la tranquila expansión de los rebaños,
el origen del árbol y del trigo
y el signo de sus huesos
prolongado en el cuerpo de los hijos.

Por ellos soy. Por ellos tengo nombre.
Por ellos siento a veces que otras vidas
me invaden desde el tiempo
y sueltan por las frondas de mi sangre
la lejana presencia de la nieve
cayendo al cuenco de los hondos valles,
y la avidez del viento
arrojando sus hachas torrenciales
contra el pecho blindado de los robles,
y un trino de zampoñas
junto al viejo cantar de los pastores,
y el olor del redil y de hogaza,
y la fresca acidez de los membrillos
que dejan en el arca
el perfumado corazón del huerto
dormido con las sábanas.

Ellos pasaron ya. Ya son apenas
un poco más de tierra.
Pero siguen golpeando en la memoria
con sus puños eternos.

Cuando la muerte les borró en los ojos
el último destello,
era ya un eco vivo y repetido
la sembradura que empezó en un beso.
Sus nombres ya corrían por el río
de las gentes del pueblo.



MI CASA CAMPESINA

                                            I


Hoy otra vez estoy aquí mirando el campo
y descubriéndolo de nuevo, porque siento
que en el instante en que lo miro tiene origen
la eternidad de su infinito nacimiento.

Nunca había visto el trebolar de aquel potrero,
ni esa torcaz en ese aromo,
ni aquella nube apresurada, ni estos surcos,
ni ese compendio semental que exhibe el toro.

Estoy aquí, frente a la luz que me organiza
desde que dos cariños juntos me fundaron,
estremeciendo mis raíces campesinas
con la presencia del milagro.

Cada minuto transcurrido
marca el principio innumerable de la hierba.
Se hinchan las ubres con los ríos de la leche,
y el mismo brazo que hace espigas en la avena
custodia el vientre de las vacas fecundadas
y va ensanchando la mañana por la tierra.

Está golpeándome las sienes
la incontenible parición que me rodea.



                                                      II


Con los sentidos en desorden,
entre la alegre insurrección de las calandrias,
por un camino que me invento caminando
regreso al patio de la casa.

Y aquí está el perro junto al banco del abuelo
como una sombra con mirada.
Y allí el antiguo limonero y sus limones
condecorando la mañana.
Y allá un incendio de geranios, y las voces
de mis hermanos que me nombran y me aman.

Y en todas partes, desde el fuego a los manteles,
desde el rosal hasta las sábanas,
está la sombra de las manos de mi madre
como en el aire está la sombra de las alas.


                                                  III


Que siempre toque mis palabras
este armonioso acontecer de lo pequeño.
Quiero estar cerca de la flor y la sonrisa,
quiero vivirme entre ese fuego,
porque amo todo lo que lleva en sus arterias
la silenciosa muchedumbre de lo eterno.




FRENTE A LA INMENSA POTESTAD DEL TRUENO


Cruzaba yo por el altar festivo
del entrañable predio ganadero,
llevando junto a mí por compañero,
el gozo extraño de sentirme vivo.

Mirándome pasar por el sendero,
ungida por el soplo sustantivo,
sobre el frescor del trébol persuasivo
la vaca maduraba su ternero.

Quise nombrar con mi oración profana
la fuerza elemental y poderosa
que lleva nacimiento en su seno,

y comprendí que la palabra humana
era una breve alondra temblorosa
frente a la inmensa potestad del trueno.




EN PREDIOS ESTRIDENTES Y LEJANOS


Coronado de inviernos y veranos
era un dios terrenal, un tronco vivo
justificando su terrón nativo
con testimonio de sudor y manos.

Un día de rencor definitivo
abandonó la azada y sus hermanos,
y en predios estridentes y lejanos
echó a vivir su corazón furtivo.

Sereno fluye el río de su vida.
Fácil el pan, fácil el vino, extraña
la niebla pertinaz de la pobreza.

Pero en su soledad reverdecida,
el grito de la tierra lo acompaña
como un árbol hundido en la cabeza.



LA MUERTE


(EL NIÑO)



Era tan delicado, tan pequeño,
su corazón tan frágil, tan de sueño,
tan leve el sustantivo que lo nombra,
que la muerte, desde un lugar lejano,
no tuvo más que levantar la mano
y tocarle la frente con su sombra.


(EL BOYERO)


En vano lo busca el alba
y el caballo lo requiere
que ya el caballo y el alba
no lo tienen.

Por el camino de talas,
lentamente,
diez campesinos se llevan
el fin de su vida breve.
Y la tarde está cantando
como siempre.
Y los churrinches relumbran
como siempre.
Y esos árboles tremendos
que florecen…

Sólo el perro de la casa
lo comprende,
y por sus ojos cansados
pasa, mojada, la muerte.



OPINIONES:

"La comisión de Cultura de la Municipalidad de Buenos Aires encargada de distribuir los premios del Concurso Municipal de Literatura de 1947, jurado que como se sabe está integrado por los señores Leopoldo Marechal y Rafael Gijena Sánchez y el escribano Raúl M. Salinas como presidente, adjudicó los mismos de esta manera: / El primero en verso a Guillermo Etchebehere por su libro “La semillla del viento”, colección de poesías que fuera auspiciosamente acogida por la crítica especializada, que con rara ecuanimidad elogió la calidad de los trabajos que componían este libro. El segundo premio fue otorgado a la señorita, Elena Walsh, “Otoño imperdonable”, conjunto de poesías de indiscutida jerarquía. La autora colabora en la revista “El hogar”. / La distinción acordada a Guillermo Etchebehere es merecidísima. Es el reconocimiento a un valor joven en constante mejoramiento, cuya labor ya sido juzgada en libros anteriores: “Pulso de la tierra”, del año 1940 y “Jornada del hombre” editado en 1943. Con satisfacción muy honda destacamos hoy este galardón logrado por nuestro amigo y colaborador honorario y formulamos al mismo tiempo el sincero deseo de que no sea el último".

Recorte periodístico de origen no detectado. Puede servir la lista de revistas donde Etchebehere colaboraba, casi todas de la década del ´40: “Conducta”, “Argentina libre” –publicación antifascista-, “Laurel” y “El 40”. También podría tratarse de una publicación periódica cañuelense, como “La Voz de Cañuelas” aparecida de 1947 a 1949 a cargo de Elsa García.

“Etchebehere recoge aquí las experiencias que viven en su recuerdo, en sus años vividos en su pueblo natal, Cañuelas, trayendo el aliento profundo de la existencia campesina con un lenguaje de limpia calidad poética y permanente calor humano”.

De La Vanguardia. Sin firma ni fecha.

“Color, vigor, firme dibujo descriptivo, he aquí lo representativo de estos poemas. Su fondo humano se expresa a través de cosas netas. Y este pulso para mirar y expresar con palabras el mundo, señala en el poeta una voz y clima espiritual inconfundible”.

De La Prensa. Sin firma ni fecha.

El retorno de todas las cosas en la tierra que siempre permanece y sobre la cual pasan las generaciones, como lo señala el Eclesiastés y el poeta lo actualiza, es uno de los sentimientos que predominan en este bello libro, que comienza con la “presencia” de los abuelos vascos y termina con la conmemoración de seres que,
desde su siempretierra,
desde los hontanares del silencio
crecidos a la orilla de la pampa,
tal vez estén oyendo
las campanadas de la contramuerte
sonando a sembradura y nacimiento”.

De La Nación. Sin firma ni fecha.

Recorte que detalla los ganadores del Premio Municipal Ciudad de Buenos Aires 1947. Periódico no detectado.

jueves, 4 de mayo de 2017

"Jornada del Hombre" (selección y opinión)

Jornada del hombre (1943)
Por Cuadernillos Lilulí (N° 1).
Ilustrado por Néstor.


Tapa del libro.
Solapa con semblanza del autor.



SELECCIÓN DE POEMAS:


Estética

Yo doy mi canto como da el verano
golondrinas, y el mar da litorales.
Nunca supe el porqué de los trigales
pero lo mismo el pan llega a mi mano.

Si estuviera vedado al duraznero
salir por sus duraznos milagrosos,
un viento enloquecido de carozos
mordería su tronco prisionero.

Y no sé si el poema es una rosa
o una brizna del alma numerosa
que encontró la palabra que la nombre.

Sólo sé que se cumple mi destino
cuando el verso que doy muestra el camino
que transita el poeta con el hombre.



Partida del poeta adolescente

Con una estrella rota sobre el hombro
ha comenzado a ser lo acontecido.
Se le cayó la voz –polvo de sombra-
cuando la noche se vistió de grillos
y el aire de temores.

Fue entonces que la voz se le deshizo.

Era
(¡qué palabra con muerte esta palabra!)
un junco musical recién nacido;
una ventana abierta al horizonte;
los pasos y el camino.

Desde el fanal celeste de sus ojos
el niño transcurrido
le alcanzaba las sílabas desnudas
y el aliento esencial de los sonidos,
para que fuera el canto
sencillo como el hombre,
vital como la leche y como el trigo.

Él, que amaba el prodigio del árbol y la lluvia,
y el profundo secreto del carbón y el granito…
Él, que amaba el misterio frutal de los carozos
ahora estará lleno de respuestas y signos.

Sus manos, sus cabellos
y el marfil de sus dientes desprendidos,
ya empiezan a empujar el crecimiento
del álamo y el lino.

Un pájaro de niebla picotea
su derramado corazón de lirio
y el agua ya le busca las arterias
para iniciar la eternidad de un río.

Oh, muerto innumerable.

Oh, claro adolescente atardecido.



Caminos

Me dijo el corazón: elige un rumbo
para darle a tu canto;
el aire con su escolta de palomas
o el bosque con la angustia entre sus brazos.

Los senderos del aire son de briznas.
Con el alma de pájaro
llegarás al final, donde se besan
la música del sueño con los astros,
y encontrarás una ciudad de espuma
con torres de milagro.

El camino del bosque es de palabras
y medusas de llanto.
Por él camina el hombre a su destino;
en él cada dolor engendra un árbol.
En los últimos cercos está el pueblo
herido de relámpagos.
Ya disparé mi vos enamorada
por el camino amargo.
Ha perdido la risa, pero lleva
la fe en el hombre dentro de su canto
como lleva en el ímpetu la flecha
el poderoso vendaval del arco.


Fe

En la ciudad del hombre ya no queda
la sonrisa de un pétalo;
ni una tarde cruzada de palomas;
ni la espiral celeste de un recuerdo.
Ya no existe la casa con la madre,
ni la cómoda antigua del abuelo,
ni la mesa de pino, ni el manzano
ni los ojos del perro.

Toda la simple intimidad del hombre
cayó de bruces en el mar de hierro.
Pero la muerte no tendrá en sus venas
el caudal necesario de silencio
para que deje de cantar el río
su siempre nacimiento.

Nunca tendrá relámpagos bastantes
para incendiar el cielo;
ni tanta sombra para tantas albas;
ni el suficiente viento
para arrancar del bosque de los días
la eternidad elemental del pueblo.

En la entraña violenta de la muerte
un fruto de alegría está creciendo.



 OPINIONES:

"Con este volumen (1), la editorial "Lilulí" -promisorio esfuerzo de un grupo noblemente inspirado- presenta la segunda entrega de una autor joven -nació en 1917- que ya, con "Pulso de la Tierra" adelantara una voz plena de posibilidades. Pero lo que entonces era un cauteloso tantear de caminos, transitando por las huellas abundantemente señaladas por las sendas rectoras de la poesía de nuestro tiempo, es hoy depuración celosa de la propia voz y, sobre todo, una pareja unidad de estilo y de tono que valora seriamente el volumen".

Periódico La Hora, 06/06/1943.

"Con Jornada del hombre, doce poemas apenas, Etchebehere entró de lleno y sin discusión en la poesía argentina, bien plantado, con neto perfil de su personalidad humana y artística y con toda su voz. Los críticos más exigentes así lo dijeron y, curiosamente, propuestos a señalar el mejor poema que llevaba la entrega, no estuvieron de acuerdo: cada uno eligió el suyo y en definitiva quedó claro que los doce eran excelentes".

Luis Iglesias, en la conferencia ofrecida en la Biblioteca de Cañuelas en 1979, a un año de la muerte del poeta
Luis Fortunato Iglesias (Tristán Suárez, 1915- Buenos Aires, 2010). Maestro, pedagogo y escritor. Autor de una nueva pedagogía enfocada en la escuela básica, que comienza con su libro -varias veces premiado y difundido por toda América- "La escuela rural unitaria". Integrante fundamental del Grupo "Lilulí".

"La lectura cronológica de sus libros depara la sorpresa del soneto Estética con que se abre Jornada del hombre. El tiempo trascurrido entre el volumen inicial y este cuadernillo, es enorme, si lo consideramos por la seguridad y robustez de tono adquiridos. El poeta alcanza una conciencia clara de su destino, que trasciende hacia su tercer libro, acelerando su plenitud. Ninguna artificiosidad literaria cabe en su posición y su arte sería el de simplificar las cosas y esclarecer la estrofa con el recuerdo bíblico que ninguna época desmiente ( ). Si Etchebehere vistiera su poesía de otro ropaje que no fuera el de la dicción natural, este vivo fluir quedaría desvirtuado y no llegaría a expresiones cabales en su emoción y justeza".

José González Carbalho para Noticias Gráficas (12/4/50). Ver artículo completo. José González Carbalho (1899-1958): Poeta nacido en Buenos Aires, hijo de emigrantes gallegos. Profesor y periodista. Publicó en poesía: “Campanas en la tarde” (1922), “Cantados “(1933, Premio Municipal), entre otros; en prosa “El libro de Angel Luis” (cuentos, 1926), “Vida, obra y muerte de Federico García Lorca” (1938) y otros; teatro: “Arrabal de Carriego, Cornamusa”; ensayo: “Idioma y poesía gallega” (1953). Amigo personal de Federico García Lorca y Pablo Neruda, y otros tantos poetas de su generación. El chileno le dedicó un poema en su fundamental obra “Canto general” (1950).


"Pulso de la Tierra" (selección y opinión)

Pulso de la Tierra 
Buenos Aires. 1940.
Edición de autor. Talleres gráficos de Eugenio Ferrero.




SELECCIÓN DE POEMAS:



Tormenta

Galopaba entre las nubes
rumor de truenos lejanos;
el viento soltó los potros
fantásticos de su canto
y cuando el cielo no pudo
sostener sobre sus brazos
la montaña de las gotas
y el ascua de los relámpagos,
en el tropel de la lluvia
se ahogó la sed de los cardos.

El sol puso al otro día,
ante los ojos del campo,
la figura dolorosa
de algún sauce arrodillado
y el verdor de los trigales
sepultados en el barro.

Hijo mío: tú, que fuiste
caminando por los campos,
¿viste cómo el vendaval
lastimó nuestros sembrados?
El hombre esperó repuesta;
el niño quedó callado
mientras temblaban revueltas
en la cuenca de sus manos,
plumas húmedas de un nido
y una muerte con dos pájaros.



Sueño para el niño campesino

Se abre una ruta de grillos
por los campos en silencio.
Un buey arrastra el mugido
junto al susurro del viento,
mientras en el rancho blanco
-flor de nieve en un sendero-
el niño acuesta el cansancio
sobre los lirios del sueño.
La fantasía desgrana
la música azul de un cuento…

La luna está en el sembrado.
Bajó de las nubes altas
sobre las grupas de un potro
con pelo de espuma blanca
y duras patas de vidrio
y fines crines de llamas.
Lleva en sus labios un silbo
y entre sus manos de escarcha
dos largas riendas de lluvia
como dos cintas de lágrimas.
Baja del potro y camina
lentamente, mientras canta
y siembra granos de estrellas
sobre la tierra asombrada.
En su pollera de viento
tiene amapolas de plata
y en sus crenchas de rocío
prendidas dos rosas claras.
Unas estrellas cayeron
al corazón de una charca,
y el potro patas de vidrio
con pelo de espuma blanca,
moja su belfo caliente
con las estrellas del agua…

La aurora cabalga el lomo
vigoroso de los cerros;
el sol teje urdimbres rubias
en los telares del cielo,
y entre el murmullo dorado
de los trigales despiertos,
se pierden las alas blancas
de los pájaros del sueño.
La luna se hace una espiga
y el potro un jirón de viento.



Pájaros

El mediodía cabalga
sobre las nubes viajeras.
Bajo las lágrimas verdes
de un viejo sauce que sueña,
el cansancio de dos bueyes
rumia las horas sedientas.

Los pájaros -los remansos
musicales de la siesta-
llevan el sol en pico
y en las alas madreselvas
para adornar con la noche
el sayal de las estrellas.


Lejos, el cielo se inclina
sobre la sed de la tierra.

Entre dos filas de pinos,
chapoteando en las acequias
y echando al viento sus voces
-celeste tropel de flechas-
corren los niños, soltando
bandadas de risas frescas
y buscando con sus ansias
y con sus hondas despiertas
un blando lecho de plumas
para la muerte de piedra.


Cuando la noche sembraba
silencio azul por las sendas
el más niño de los niños,
la sonrisa más pequeña,
dejó la ronda de juegos
y se fue con las luciérnagas
llevando un trino apagado
por las hondas traicioneras.


Junto a un árbol con el tronco
devorado por las yedras,
hizo un nido de gramillas
para la calandria muerta;
y sobre el vuelo frustrado
de las dos alas sangrientas
puso una amapola blanca
y una caricia de seda.


La luna encontró abrazadas
en un rincón de la huerta,
la tristeza de una muerte
con la infancia de un poeta.





OPINIONES:

“Como lo informa una útil noticia preliminar, Pulso de la tierra es el primer libro de Guillermo Etchebehere, integrado por una selección de los poemas escritos por el autor en los últimos tres años, es decir, desde los 20. Por incierto que aparezca el destino de un escritor en sus primeras producciones, es evidente, sin embargo, que, por lo general, contienen latentes los caracteres de la obra a cumplir. (…) Pulso de la Tierra es quizá un título muy ambicioso y puede abarcar la labor total de un poeta, pero es muy interesante, plantearse a sí mismo desde un comienzo un programa tan considerable (…) Su visible facilidad para versificar, como ocurre muchas veces, no llega a ser una ventaja, y más bien pasa a ser lo contrario. Etchebehere se deja arrebatar quizá por el impulso de la versificación. La imagen se trenza con el relato en un ritmo determinado que el autor parece no poder contener. Hay tal vez excesiva “velocidad” en la realización (lo cual facilita el injerto de cosas convencionales) creadas por el metro utilizado, que además de repetirse en todas las composiciones, establece una uniformidad perjudicial. ¿Y por qué Etchebehere se ha fijado a sí mismo esa limitación del romance, cuando hay tanta diversidad de formas y, por cierto, mayor riqueza expresiva y más adecuadas a algunos de sus temas, que pierden al faltar la correspondencia de la forma necesaria?".

Bernardo Verbitsky  para Noticias Gráficas (28/1/1941). Bernardo Verbitsky (Buenos Aires, 1907-1979). Escritor y periodista argentino. Autor de más de veinte libros, entre novelas, ensayos, poesías y cuentos. Es padre del periodista Horacio Verbitsky.


“La influencia del poeta granadino (García Lorca) sobre los modos de Ud. es evidentísima. Sus abundantes imágenes son típicamente lorquianas –y agregaba, después de transcribir algunas figuras. Todo esto podría suscribirlo el poeta asesinado. No creo que quepa mayor elogio”.


Ángel Ossorio, en carta a Etchebehere (citada en conferencia de Luis Iglesias). 
Ángel Ossorio y Gallardo (Madrid, 1873 - Buenos Aires, 1946). Ensayista, político y jurisconsulto español.